Rugido en el teatro chino

Saberes 06 de agosto de 2022 Por Heraclio Labandera
La artillería que China Popular lanzó con munición real sobre territorio reclamado como soberano por Taiwán, la movilización social en la isla preparándose para una invasión, y la tormenta de declaraciones incendiarias entre Beijing y Washington por la visita de Pelosi a Taipei, tuvieron mucho de función de teatro chino. Y lo que es peor, de un acto con un guión conocido.
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La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, Nancy Pelosi, a Taiwán tuvo mucho de dramatismo propio del teatro chino, a lo que hay que sumar que la información llegada a estas costas omitió explicar cien variables sin las cuáles es imposible comprender que es lo que realmente sucede en aquellas latitudes del mundo. 
Taiwán en una isla que se ubica en las antípodas de Uruguay, a 12 husos horarios de diferencia.
Literalmente está en la parte de abajo de Uruguay, pero al otro lado del mundo.
Oficialmente Taiwán es la República de China, la creada por Sun Yat Sen en 1912 cuando derrocó al emperador y desalojó a la milenaria monarquía del poder chino.
Sun fue el primer presidente de la República de China y fundador del Kuomintang (Partido Nacionalista Chino), considerado tanto por la República Popular China (con capital en Beijing) como por la República de China (con capital en Taipei, al norte de Taiwán) como el fundador de la China moderna.
En 1905 fundó una organización revolucionaria para acabar con la monarquía manchú que gobernaba China, e instaurar un modelo político republicano y recién tuvo éxito en 1912, cuando instaló la República de China que tuvo sucesivas capitales en Cantón, Wuhan y Nanking.
Luego estalló una guerra civil que enfrentó al Kuomintang (KMT), en el poder, con el Partido Comunista Chino (PCCh), liderado por Mao que terminó en 1949 con victoria para éstos últimos.
Entonces los comunistas en el poder refundaron el Estado burgués creando la República Popular China (RPCh) sobre los restos del régimen republicano del KMT, y pasó a controlar todo el continente chino, al tiempo que los derrotados se atrincheraron en la isla de Formosa, actual Taiwán, conservando la denominación de República de China (RCh) en base a la legitimidad que comenzó con el régimen de Sun Yat Sen.


Estados en pugna

Como era de esperar, ambos gobiernos nunca se reconocieron entre sí, sino que reclamaron la primacía sobre la totalidad del pueblo chino.
De ahí que tanto el gobierno PCCh como el del KMT coincidieran en que la fórmula de “una sola China” fuera un principio de común entendimiento. 
De hecho, en su migración forzada en 1949 el gobierno del KMT trasladó a la isla varios símbolos de continuidad estatal china, como el Museo Nacional con los tesoros de la Cinco Dinastías que habían gobernado el país, y otros símbolos de legitimidad, que la validaran en su pretensión de representante de todos los chinos, cuando en realidad la gobernanza del continente estaba en manos de sus enemigos declarados.
Durante la II Guerra Mundial, la RCh formó parte del bando Aliado, que en esa parte del mundo enfrentó al Japón.
Con el respaldo de la potencia emergente que era Estados Unidos, el antiguo gobierno refugiado en la isla de Taiwán reclamó para sí la legítima representación del pueblo chino, mientras la RPCh hizo lo propio pero optó por el aislacionismo ideológico para consolidar el régimen comunista de gobierno.
Cuando la ONU fue creada, la RCh fue aceptada como la legítima representante del pueblo chino, y ocupó un asiento permanente en el Consejo de Seguridad, gracias a la influencia estadounidense.
Taiwán conservó esa condición hasta 1971, cuando en un cambio de timón los Estados Unidos aceptaran que la República Popular China ingresara a la ONU y saliera del organismo la República de China (Taiwan).
Debido al nuevo estatus chino comunista en la ONU, la isla ya no sería reconocida como el representante del pueblo chino, ni como un estado soberano, sino como una provincia rebelde al gobierno de Beijing.
Pero Estados Unidos aceptó el cambio, reconociendo para la RCh un estatus especial y rubricando el compromiso de que intervendría militarmente en caso de que la RPCh intentara invadirla.
Eso al final sucedió y en 1954 la RPCh inició un intento de invasión a la RCh, procurando conquistar dos bastiones militares de Taipei ubicados muy cerca del continente.
Al final la invasión fracasó pero la guerra de agresión nunca cesó, y para refrendarlo durante años las baterías de artillería del continente chino (Beijing) golpearon rudamente sobre los islotes controlados por Taiwán.
Primero el ejercicio de cañonazos era a diario, luego pasó a ser dos veces a la semana, luego bombardeaban una día a la semana y luego lo hacían con un horario pactado de un único día, hasta que al final se acordó suspender los bombardeos luego de décadas de movimientos convulsivos de acercamiento y conflicto.


La cuarta generación

Los viejos emigrados del continente a Taiwán y luego sus descendientes, detentaron el poder en la isla durante años gracias al hegemónico KMT.
Pero tras el ingreso a la ONU, Beijing desplegó una política de progresivo aislamiento diplomático de la isla, donde por añadidura llegó al poder una cuarta generación de gobernantes nacidos en la isla y mucho más proclives a las demandas de los locales.
De hecho, en ese humus se fue fortaleciendo entre los chinos taiwaneses el sentimiento del “separatismo”, renegando de la fórmula “una sola china”, y admitiendo una dirección autónoma de Beijing.
Para peor, sobre finales del siglo XX la oposición desplazó del poder al viejo KMT bajo la consigna del separatismo, y en el gobierno de la RPCh se fortalecieron los sectores militares que en forma periódica se tentaron con la idea de una solución militar al problema de Taiwán.
El conflicto de estas semanas no comenzó ahora, ni empeoró por la anunciada visita de Pelosi a la isla, sino que tiene raíces en la Guerra Fría, que allí no terminó.
En Taiwán ese conflicto aún se vive, porque se vivió desde el nacimiento mismo del régimen que gobierna la isla, como una realidad siempre a la vuelta de la esquina.

Heraclio Labandera

Periodista y autor. Corresponsal de publicaciones extranjeras, agencias internacionales de noticias. Ha trabajado para diarios, semanarios, revistas, radio, televisión y redes. Escribe sobre política y economía. Autor de libros sobre ética, pensamiento e historia. Eterno curioso. Editor de Confidencial.

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