¿Una historia de topos y espionaje?

Hechos 01 de octubre de 2022 Por Jordi Arnau
El desacertado episodio del jefe de la custodia presidencial, Alejandro Astesiano debería hacer foco en el opaco mundo de la  seguridad y la inteligencia. Se recibió el Estado luego de tres gobiernos llevados adelante por un Frente Amplio controlado por organizaciones políticas que operan en su interior como una estructura militar. De esto hay que aprender algunas lecciones.
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No hay que esmerarse demasiado para explicar este razonamiento,  que debe servir de lección para el futuro.
La trama de todo este episodio aún es demasiado oscura como para saber con exactitud que fue lo que verdaderamente pudo haber ocurrido.
En este caso hubo notoria impericia, excesiva confianza y vaya a saber cuanta confiada candidez, las que en combinación facilitaron que las cosas derivaran en esta desafortunada historia.
Durante los anteriores gobiernos del Frente Amplio sucedieron infinidad de sucesos graves que quedaron ocultos y sin respuesta de ningún personero de la justicia uruguaya, tan presta en indagar a los que fastidian a la izquierda y muy lenta en averiguar lo que pueda macular la imagen política del FA.
Y esos episodios ahora parecen convertirse en moneda de cambio en los juegos del poder.
¿O los juegos de espionaje?
Una fuente con nexos en la comunidad de inteligencia consultada por confidencial.uy para esta nota, dijo que durante esos tres períodos los partidos más militaristas dentro del FA “dejaron decenas de informantes” activos, que articularon redes de inteligencia que sirven “para fines antinacionales”.
Es sabido que durante las anteriores administraciones de Eduardo Bonomi y Charles Carrera, en el Ministerio del Interior trabajó personal cubano que seguramente no servía en la Cruz Roja, el principal de los cuáles dejó su cargo poco antes de que asumiera en esa cartera el desparecido Jorge Larrañaga, con la nueva administración de la Coalición Republicana.
¿Se indagó su actuación?
Es sabido que nunca hubo pericias forenses profundas para averiguar como sucedieron las cosas por la extraña muerte de un contador que se habría “suicidado”, justo antes de que fuera a declarar a la justicia uruguaya sobre el pariente de un personaje influyente.
¿Recuerdan el caso de Nisman, en la vecina orilla? 
Es sabido que otro contador también se habría “suicidado” en un bunker repleto de armas, luego de tirotearse durante largo rato con fuerzas policiales, y tras su deceso, del arsenal desapareció parte incriminatoria clave que podía afectar a la organización a la que pertenecía un alto jerarca de gobierno.
¿Acaso en el operativo del malogrado contador, no hubo ningún funcionario cubano operando con carné del Ministerio del Interior que dirigía la banda de Bonomi? ¿Por qué se repetían nombres de personajes vinculados a esa cartera y los partidos militaristas dentro del Frente Amplio?
Bueno, ahora estalla otro caso en esa misma cartera y en una línea informativa a la que se ha prestado poca atención, se supo que la información comprometedora de Astesiano comenzó a figurar en la base de datos del Ministerio del Interior, recién al día siguiente de que Presidencia de la República pidiese informes sobre él.
¿No suena raro?
Seguramente fruto de la inocente candidez de creer que los que se fueron actúan con lealtad institucional, esta historia deja abiertas muchas inconsistencias.
Tantas como para pensar en historias de topos y espionaje.
 

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