Sindicatos con voto secreto

Si usted es una persona joven que vive en el Uruguay le parecerá que los paros, ocupaciones, marchas, reclamos y pataletas diarias son una realidad propia de estos tiempos. Tal vez sea usted uno de los que se creyó esa historia de que el golpe de estado ocurrió en 1968, que Líber Arce fue un mártir de la libertad y que el período de facto surgió como generación espontánea cuando un grupo de malos decidieron poner en remojo las Instituciones.
Es comprensible. Usted simplemente consumió el plato que le sirvieron. Tampoco tenía mucho para elegir durante los quince años de gobierno del FA. En esos años se hicieron los libros que usted debía leer, se le inculcaron los eslóganes que debía repetir, se le explicó que Cuba estaba sometida a un bloqueo que no la dejaba crecer, y se anuló cuidadosamente su sentido crítico. Se buscó que usted se comportara como los famosos perros de Pavlov, adocenarlo, masificarlo. Dentro de ese amaestramiento está condicionar su reacción ante una palabra mágica: paro.
La Constitución reconoce el derecho de huelga, por tanto, vamos a usarlo. ¿Para qué? Para reclamar. ¿Reclamar qué? Depende. Lo que sea. Siempre se encuentra un motivo, y si no, se inventa. Lo que interesa es que usted pierda clases, pierda salario, pierda su tiempo. Sobre todo, su tiempo, porque es un insumo no renovable. Usted es joven y cree ser inmortal. Pero no es así. Cuando se aperciba de ello ya será tarde. Su resentimiento y frustración son el alimento de sus amos. La idea es que usted se cargue de odio.
La lección de Guevara
¿Sabe lo que decía Che Guevara? Hay que “crear dos, tres… muchos Vietnam, es la consigna”. ¿Qué tendrá que ver Vietnam con Uruguay? Nada. Pero no importa. Basta con que usted lo crea. ¿Y cómo se hace?, se preguntará usted. Fomentando el odio. “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”, decía Guevara. Sí, el mismo cuyo nombre detenta (en su acepción real de “tenedor injusto”) el salón de actos de la Facultad de Arquitectura. ¿Qué tiene que ver Guevara con la arquitectura? Nada. Lo importante es el hecho.
Hoy el paro es por la rendición de cuentas, o por la reforma educativa, o porque se destapó el curro de las “ollas populares, o por las horas docentes, o por… No importa por qué.
Las huelgas y los paros no son un medio sino un fin en sí mismo.
Pero esta historia no empezó con el gobierno del FA, que “no tuvo tiempo” en 15 años de hacer la reforma agraria prometida, ni menos luchar contra la banca porque estableció la bancarización obligatoria, ni hablemos de UPM.
Rodney Arismendi el político comunista padre de Marina Arismendi decía en un reportaje en 1971 que, “El Uruguay ha mantenido el mayor índice promedial de huelgas (…) y paros generales de todo el mundo capitalista”. ¿Sabe por qué del “mundo capitalista”? Porque el mundo comunista no hay paros porque están prohibidos.
Y agregó: “Y no como producto de una acción espontánea…”. Se supone que lo espontáneo es natural, ¿no? “…sino una acción planificada…”.
En suma, si usted está de acuerdo en ser un peón en el ajedrez del Partido Comunista, por lo menos, séalo a conciencia.