Las lecciones del 49%

Hechos 19 de octubre de 2022 Por Heraclio Labandera
Quedaron congelados. Luego que se supiera que la aprobación popular del presidente Luis Lacalle Pou había subido al 49%, la dirigencia del FA se sumió en lo que el ex presidente Tabaré Vázquez en alguna oportunidad definió con la sigla PPS: un Profundo y Prolongado Silencio. Pero hay lecciones para cosechar.
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Luego que se conociera el caso Astesiano, los estrategas políticos del FA creyeron hallar el Santo Grial que estaban buscando desde el 1o. de marzo de 2020. 
Se convencieron que con la mala noticia del custodio le habían dado el primer revolcón serio al presidente Luis Lacalle, que en las encuestas mantenía una larga temporada de muy buena aprobación.
Más preocupados por la mala imagen de Lacalle que por la buena República de los orientales, enviaron a su militancia la consigna de que todos debían pegar en esa matadura hasta el aburrimiento.
Y así se vieron increíbles escenas de dirigentes que antes habían defendido al ex vicepresidente Raúl Sendic, ahora encaramados al púlpito de la moralidad republicana para explicar el escándalo que parece, llenó “los titulares de todos los diarios del mundo”, como dijo por ahí algún despistado con cuentos de pescador.
Pocas veces la izquierda infló tanto y de modo tan unánime un asunto, con tal de lograr una nefasta meta.
La militancia zurda metió a Astesiano hasta en la sopa y dirigentes y trolls inundaron de opiniones negativas redes, medios y pasillos del poder donde una opinión pudiera resonar, intentando horadar la popularidad el mandatario, sin tener cautela alguna sobre los muertos que tenían en su ropero.
Y en el camino quedó meridianamente claro que lo importante para ellos no fue descubrir la verdad para defender la institucionalidad republicana, sino golpear solo para dañar a Lacalle  
Hablaron del tema literalmente hasta el hartazgo, como reiterarían en la última semana varios influencers, tuiteros y mediáticos.
Pero el 49% de popularidad de Lacalle (desde un anterior 47%, por añadidura) les cayó como un balde de agua fría.
El resultado fue una cachetada a la necedad de poner en la vanguardia a un ejército de opinadores militantes a repetir consignas sin el más mínimo sentido crítico, como autómatas a los que se les dañó el disco duro, ensayando un discurso de impostado puritanismo.
Desde la primera hora fue poco creíble que algunos dirigentes del FA que tras el retorno de la democracia justificaron sin prurito alguno el financiamiento de su actividad política con “finanzas alternativas”, como alguna vez Jorge Zabalza llamó a los robos de bancos, ahora se escandalizaran por la comisión de delitos.
O que dirigentes sospechados de encubrir los asaltos de las llamadas “tupabandas” para solventar la militancia, ahora repentinamente se indignaran por el caso de un funcionario infiel.
O que seguidores de quien disfrutaba “entrar a un banco con una 45`” para que todos lo respetaran, de pronto se pusieran a dar cátedra de moralidad.
Cuando los delitos no afectan en solitario a un sector particular de la sociedad, sino que comprometen a la República entera, la actitud adecuada hubiese sido la de encolumnarse detrás del Presidente de la República, como tantas veces se hizo cuando gobernó el FA.
El Presidente de la República no es solo una persona, sino una institución que debe aunar a todos.
¿Dónde estuvo la que entonces fue oposición, cuando al gobierno del FA el argentino Néstor Kirchner le cerró los puentes?
Este caso merecía la misma consideración, porque el afectado no era un individuo sino el referente de todos.

Otras lecciones

De este episodio, además de lo evidente (49%), hay dos lecciones para sacar.
La primera es que el compromiso responsable de Lacalle como mandatario y su cuidada conducta institucional, le permitió a nivel popular superar este serio descuido, de seguro, fruto de un exceso de confianza.
Porque, por añadidura, los que hoy hegemonizan la conducción política del FA insisten en no ser vistos como “adversarios” sino como “enemigos”, y si es así, lo son de la República.
La segunda lección fue el valor de la militancia comprometida con la Coalición Republicana y que se esmera en no dejar silencios, que en esta ocasión no salió a aupar a Luis Lacalle sino al Presidente de la República.

Baste para ejemplo de ello, un tuit publicado en las últimas horas por un notorio Batllista en defensa de quien encabeza el gobierno de todos.

Batllista Superstar
@batlle_star

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Heraclio Labandera

Periodista y autor. Corresponsal de publicaciones extranjeras, agencias internacionales de noticias. Ha trabajado para diarios, semanarios, revistas, radio, televisión y redes. Escribe sobre política y economía. Autor de libros sobre ética, pensamiento e historia. Eterno curioso. Editor de Confidencial.

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