Nuevas estrategias de Uruguay para navegar en un mundo turbulento

Hechos 22 de octubre de 2022 Por Heraclio Labandera
A pesar del incendio internacional que está alterando la realidad económica del mundo, el gobierno de la Coalición Republicana continúa blindando posibles estrategias de navegación en un mar de aguas procelosas. Esta semana se supo que el Estado uruguayo logró mejorar su calificación de deuda y eso fue un logro importante para el futuro. La importancia de comprender su real dimensión.
zero-bolsa de Tokio

En estos días se conocieron una sucesión de novedades económicas y políticas que muestran el rumbo tomado por el país gobernado por la Coalición Republicana.
Una de las noticias relevantes fue sobre la mejora en la nota de riesgo de la deuda soberana uruguaya conocido el viernes 21, que otorgó la calificadora japonesa R&I, elevando la calificación de BBB a BBB+, con perspectiva estable.
Esto fue destacado por varios economistas y festejado como un golazo de media cancha por la barra aplaudidora.
Pero en realidad no fue un gol en el sentido estricto de la idea, como sucede cuando se compra un bien deseado, sino una mejora en las expectativas al haber alcanzado una mejor consideración en los mercados (las bolsas) que posiciona al país para emitir deuda pagando menos.
Dicho así, para explicarlo fácil.
Cuando un Estado nacional necesita dinero extra al que recauda con los impuestos, uno de los mecanismos predilectos que tiene a su alcance es la emisión de deuda soberana, mediante la colocación en las bolsas de valores de compromisos de pago.
En esos ámbitos se negocian todo tipo de valores, y uno de ellos son los bonos de deuda soberana, títulos emitidos por los Estados nacionales en los que éstos se comprometen a pagar en determinada cantidad de años el dinero que piden.
Para que se entienda mejor: si un Estado emite en 2022 un bono de 1.000 dólares, a 10 años de plazo, los ofrece en las bolsas de valores donde hay inversores que pueden comprarlos según sea su real apetito financiero.
Entonces cuando llegue el año 2032 (diez años después), el Estado emisor de deuda deberá devolver al comprador los 1.000 dólares que le costó el título, más una ganancia financiera extra que se estima de acuerdo a la tasa de interés que pague el bono.
En este punto es donde incide la mejora de la calificación de la deuda uruguaya conocida el viernes 21 de octubre.
En el mundo hay muchas calificadoras de riesgo, instituciones que les permite a las autoridades monetarias de los países lograr ser bien consideradas, y a consecuencia de ello lograr ofrecer deuda en los mercados, y terminar el ciclo pagando menores intereses al prestador.
Más allá de que haya infinidad de calificadoras, para los oferentes de títulos soberanos hay tres grandes agrupaciones en el planeta de la deuda: las del “grado inversor”, las del “grado especulativo”, y la de los “bonos basura”, que cuando son denominados en inglés parecen sonar más elegante y no en forma tan despectiva en estas épocas alérgicas a las discriminaciones.
Pero en el mundo de la deuda, nada es despreciable, ni siquiera los “bonos basura”, porque en cada uno de los grupos hay oferentes y compradores solo que la diferencia radica en las expectativas de cada uno.
Entonces la otra diferencia que se advierte en cada uno de los agrupamientos, es el tipo de compradores que negocian esos papeles.
Dentro de cada uno de estos ranking existen distintos escalones o notas, que indican a los tomadores de deuda que tan buenos pagadores serán los Estados emisores de bonos.
Y cuantos más peldaños se suba en la escalera de la calificación de deuda, los papeles de endeudamiento soberano podrán ser ofrecidos a menores costos finales para el emisor.


El caso uruguayo

Desde el principio de siglo, cuando se detonó la crisis financiera de 2002, Uruguay cayó de una buena categorización a la de “grado especulativo”, lo que obligaba al Estado nacional a emitir bonos pagando mayores tasas de interés.
Bueno, no era que nadie obligara al país a hacerlo de forma voluntaria, sino que los bonos calificados con el “grado especulativo” no interesaban a los tomadores de deuda que buscan papeles con “grado inversor”.
En este último agrupamiento toman deuda segura de ser cobrada, instituciones financieras que tienen dinero a utilizar con largos tiempos de espera, como es el caso de los seguros o de los fondos de pensión que no se gastan de un día para el otro.
Estos tomadores de deuda necesitan bonos que aunque paguen  pocos retornos, sean de segura devolución al final del ciclo.
A lo último el país salió de aquella crisis de 2002 honrando sus deudas, aunque a un mayor costo financiero final, y por lo que Uruguay estuvo varios años dentro del grupo de “grado especulativo” pero ubicado en el escalón más alto del mismo.
El FA continuó así con la tradición histórica que tenía el país desde los siglos anteriores, de tener un Estado buen pagador de sus compromisos financieros.
Así que cuando asumió el FA, el gobierno de izquierda bajo la conducción económica de Danilo Astori siguió pagando religiosamente la deuda externa, lo que permitió que el país recuperara la consideración de ser calificado como país con “grado inversor”.
Un buen logro alcanzado bajo el mandato de Astori y la conducción del BCU del hoy senador Mario Bergara, que años antes militaran en filas de los que exigían en los muros de Montevideo “no pagar la deuda externa”.
Eso generó fuertes polémicas internas dentro de la coalición de izquierda, por considerar que Astori y Bergara “hicieron bien los mandados de la derecha”.
Pero en verdad, no tenían otro camino si querían seguir pidiendo dinero en los mercados, cosa que hicieron de manera eficiente y constante durante cada uno de los años que gobernó el FA.
Vaya como ejemplo: durante el primer período de Tabaré Vázquez, la deuda externa de Uruguay emitida por Astori aumentó cada año en un equivalente a lo que trajo al país aquel famoso “avión de Bush”, con el que se pudo salir de la quiebra del Estado uruguayo de 2002 cuando el feriado bancario.
Pero eso es otra larga historia.
Lo cierto es que Uruguay continuó haciendo bien los deberes financieros ya como país ubicado en el escalón mas bajo dentro del “grado inversor”, y ahora la japonesa R&I mejoró la nota BBB con la que tenía calificado al país, con la de BBB+, con perspectiva estable.
Esa fue una mejora en el ranking que tienen en cuenta los prestamistas bursátiles al momento de comprar bonos de deuda.
Por ahora se llegó a la mejor calificación histórica alcanzada por Uruguay, porque en general cuando una calificadora mejora la nota de un Estado, las demás firmas competidoras terminan replicando la mejora y también suben la nota.
Habrá que ver como se sustancia ese contagio.
Lo cierto es que esta mejora va a permitir que Uruguay se financie en los mercados globales a menores tasas de interés y pueda encarar nuevos proyectos de inversión estratégicos para el país.
Uruguay tiene una parte de su deuda emitida en bonos pagaderos en yenes (la moneda de Japón), lo que muestra la relevancia de la calificación otorgada por R&I.
Otro tema relacionado con el endeudamiento en el que es importante escatimar, tiene relación con la entrada de Uruguay al mercado de deuda relacionada a emisiones de carbono, lo que deberá ser explicado en otra nota para que se comprenda la importancia que esa herramienta tendrá para el futuro del país.
Estos artefactos financieros son herramientas que permitirán al país lograr recursos y previsibilidad, cuando en el mundo se navega en medio de turbulencias.

 

Heraclio Labandera

Periodista y autor. Corresponsal de publicaciones extranjeras, agencias internacionales de noticias. Ha trabajado para diarios, semanarios, revistas, radio, televisión y redes. Escribe sobre política y economía. Autor de libros sobre ética, pensamiento e historia. Eterno curioso. Editor de Confidencial.

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