Se mueve el arriba wilsonista

La conmemoración de los 38 años del retorno de Wilson y la reedición del libro de Juan Martín Posadas “Memorias del regreso”, con un prólogo escrito por Santiago Gutiérrez Silva, fueron uno de los hitos emotivos que generó nostalgias por el regreso del wilsonismo como polo políticamente articulado.
Esa fue una movida del wilsoismo más urbano.
Tres días después otro referente histórico del espacio wilsonista como el Intendente de Tacuarembó, Eber da Rosa, hizo sonar algunas alarmas con un tuit en el que escribió:
“Parece proyectarse hoy entre dirigentes del Partido Nacional una fuerte disputa por ocupar el espacio político que lideró el Presidente Pacheco Areco en los años 60 , el que ocupó el SI en el plebiscito constitucional de 1980 y el que lideró el Presidente Lacalle de Herrera, (en los) años 90”. (@EberdaRosa, 19.06.2022)
El anterior tuit de da Rosa había sido una guiñada a su par de Durazno, con sus declaraciones sobre el edil canario Juan López (PN), quien facilitó con su voto la aprobación del Fideicomiso de la Intendencia de Canelones que propuso el Intendente Yamandú Orsi:
“Total acuerdo con lo dicho por (el) Intendente Vidalin respecto del episodio del Edil Wilsonista de Canelones y lo votado por él. Falta de conocimiento de las realidades departamentales en dirigentes blancos de Montevideo”. (@EberdaRosa, 8 de abril).
La ironía del caso -que nunca es casual- fue que eligió una fecha cara al Herrerismo para elogiar a un Intendente que afinca en ese sector.
Tacuarembó siempre ha sido piedra angular de alguna candidatura nacional promovida por Intendentes del blancos Interior.
Poco antes el senador Carlos Camy como referente principal de Alianza Nacional, había reivindicado a Jorge Larrañaga como “la expresión más genuina del siglo XXI del wilsonismo".
Pero en los tres casos, representan voces de diferentes vertientes diferentes del wilsonismo, que prometen competir por la hegemonía del mismo espacio.
¿O no?