La imagen del empresario uruguayo

Miscelánea 23 de julio de 2022 Por Darío Hernández Carro
Es muy bajo el porcentaje de padres que lamentablemente estimula la cultura emprendedora en sus hijos. Se inclinan más para que sea jugador de fútbol que empresario o profesional en una actividad atestada de competencia.
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Es que el empresario uruguayo no logra comunicarse con la sociedad para obtener legitimidad social.
En forma permanente escuchamos manifestaciones de dirigentes sindicales y actores políticos, donde queda de manifiesto la suspicacia y la desconfianza con el rol del empresario. 
Desde el punto de vista histórico los empresarios no han tenido buena imagen pública en Uruguay.
Para la opinión pública éstos sólo se preocupan por sus ganancias y no son un buen ejemplo para sus hijos.
Son vistos como personas egoístas, que explotan a los trabajadores y cuyo único objetivo es ganar dinero.
En Uruguay muchas veces se condena la riqueza y el estatus social, valorando la humildad y pureza de la pobreza.
Además pecamos de algo aún más grave: el creer que la riqueza está allí, y al igual de los primeros inmigrantes sólo tenemos que llegar a tomarla. 
La riqueza no hay que generarla, sólo repartirla.
En nuestra sociedad el éxito se esconde, se disimula, porque se lo considera socialmente como algo mal visto, a diferencia de otras sociedades que lo realzan, lo premian e incluso lo agrandan por considerarlo un valor positivo.
En Uruguay también sobrevive todavía una cultura de desconfianza ante el emprendimiento privado, donde la mayoría considera que las inversiones extranjeras son negativas, y se llevan riquezas.
La creatividad y la innovación favorecen el desarrollo.
Sin embargo en nuestro país aún perdura la desconfianza por lo nuevo, y preferimos lo conocido, lo que nos es familiar. 
Aunque los empresarios están lejos de convertirse en paradigmas sociales de transformaciones y propuestas, esto se está revirtiendo y el empresario comienza a pensar para la globalidad y no sólo para su empresa.
Durante la pandemia plantearon propuestas a la sociedad, son permanente portadores de la modernización, y están mejorando las técnicas de comunicación con la sociedad en busca de una nueva legitimidad.
El empresario en la nueva era debe generar hechos políticos, y no solo actuar como grupos de presión,
Debe ser un actor propositivo en materia de reforma del Estado, de incorporación tecnológica, de Investigación y Desarrollo, de educación y de cambios en la legislación. 
Debe ser un actor principal que le interesa el cambio social, el cambio sociocultural, y él tiene la dinámica para lograrlo. 
Debe ser el portador de la modernización, porque a su empresa le irá bien si hay un cambio en lo macro. 
No debe ser contestatario, sino que debe plantear propuestas a la sociedad. 

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