¿Capitalismo de Estado fallido o corrupción en el comunismo chino?

Esta semana la prensa estadounidense publicó una crónica sobre las quejas que se verifican a propósito del “corralito” impuesto por los gobiernos locales de ciertas provincias chinas a sus bancos regionales.
“La oportunidad de ahorro con el banco rural en el centro de China le pareció a Sun Song, un hombre de negocios de 26 años, un gran descubrimiento. Estaría vinculado a su cuenta existente en un gran banco estatal de buena reputación. El banco rural también estaba ofreciendo altas tasas de interés, por lo que parecía un lugar ideal para estacionar sus ahorros de aproximadamente US$600,000. Luego, el banco congeló abruptamente su cuenta este año y los funcionarios dijeron que estaban investigando un posible fraude. “Debo dinero en mi tarjeta de crédito y tengo que pagar el préstamo de mi automóvil. Tengo dos hijos. Todos están esperando”, sostuvo.
Así comenzó Viviana Wang su crónica sobre la crisis bancaria que en los últimos meses está devorando la pradera bancaria de China, en una nota que el diario estadounidense “The New York Times” publicó el martes pasado.
El artículo en particular refiere al “corralito” que ya se instaló sobre algunos bancos locales que afectan a los ahorristas del sector minorista y a los productores vinculados a las comunidades rurales.
Hecho el relato por fuera de toda otra referencia, parece la crónica de una clásica crisis de la banca “retail” (minorista y consumo) de las que periódicamente suceden en los sistemas financieros complejos, y en este caso, al interior de un gigante como China, lo que parecería quitarla del ojo político del país.
Pero la narración centrada en el drama de ahorristas de áreas periféricas del país, omitió explicar otra parte mucho más dramática de la crisis bancaria china, relacionada con la quiebra técnica del principal grupo hipotecario del país.
Ya a principios de año se veía venir un maremoto bancario sobre China, confirmado por el anunciado “default” técnico ocurrido en el primer semestre de 2022 en la compañía Evergrande Corp, una inmensa promotora inmobiliaria china que es el principal dinamizador de la construcción y el desarrollo inmobiliario chino.
Durante varios meses se había especulado con la posibilidad de que Evergrande no pudiera honrar los vencimientos 2022 de su deuda ofrecida en los mercados bursátiles, hecho que finalmente se produjo y detuvo todos los relojes.
Cualquier uruguayo sabe lo que ocurre cuando colapsa el sistema bancario de un país, tal como sucedió aquí durante la crisis financiera de 2002, y el mundo conoce efectos similares en 2008 con la quiebra del centenario banco Lehman Brothers y la caída del sistema financiero estadounidense, que comenzó con la debacle de los dos principales bancos hipotecarios de aquel país.
Pues bien, lo que está discurriendo en China -con las distancias del caso- en varios aspectos es la versión “made in China” del 2008 estadounidense.
Hubo movidas dilatorias del gobierno chino para ganar tiempo, y diferir el estallido real por algún período que no se sabe cuando terminará de verdad.
Pero no importa si en China rige el comunismo en clave de Xi, el socialismo clásico pero con grifa “made in Beijing”, o simplemente capitalismo de Estado como ahora le denominan con el eufemismo al modelo de comunismo chino: donde hay bancos, hay un sistema de vasos comunicantes que alimenta o seca todos los vericuetos del complejo financiero.
El gran escándalo
La crónica de Wang nos puso en sobreaviso del verdadero problema en curso en el gigante asiático.
“El escándalo financiero que atrapa a Sun -el empresario de 26 años mencionado más arriba, que depositó cerca de US$ 600.000 en el banco local- y a miles de personas más en todo el país, podría representar una prueba seria para el gobernante Partido Comunista, que valora la estabilidad y su capacidad para controlar cualquier amenaza. Si bien la cantidad de dinero en riesgo es pequeña en relación con la economía de China, golpea la promesa central del partido de que brindará un futuro mejor para la gente. Para los miembros del público chino, ha revelado cuán vulnerable podría ser su dinero, incluso en una transacción aparentemente tan rutinaria como ponerlo en una cuenta de ahorros. Los problemas financieros son aún más sensibles a medida que la economía se debilita, y China informó la semana pasada su tasa de crecimiento más lenta desde el comienzo de la pandemia de coronavirus”.
Lo que tampoco dice la crónica de Wang, es que el yuan (moneda china) enfrenta con estabilidad los avatares de las inflaciones galopantes que en la actualidad tienen Estados Unidos y Europa.
Estados Unidos hoy llega a tener casi la misma tasa de inflación que Uruguay, en el entorno del 9% anual, lo que si bien es un problema para los ciudadanos que cobran salarios en monedas que se deprecian (porque comprometen su poder de compra), es una bendición para los exportadores de esos países (sus productos son más baratos valuados al tipo de cambio) y mayor beneficio para los recaudadores de esos Estados (cobran más impuestos porque aumentan las exportaciones), ya que una moneda devaluada los convierte en exportadores más competitivos y más fuertes en los mercados donde la cotización en yuanes termina siendo más cara que los bienes cotizados en dólares.
Dicho en otros términos: una moneda devaluada, permite al país dueño de esa moneda, competir mejor en mercados donde antes la diferencia cambiaria hacía que sus productos fueran más caros que los chinos.
Y hoy el que devalúa rápidamente su moneda, es Estados Unidos.
Los exportadores exportan más y a una mayor cantidad de mercados a captar, y los Gobiernos recaudan más dinero por esas nuevas exportaciones.
Corralito en chino del que no se habla
Conocida la noticia del “corralito” -que la crónica llama congelamiento de los depósitos- los ahorristas recibieron una respuesta indiferente del gobierno local, o francamente hostil.
“La crisis ha afectado a cinco prestamistas rurales que, según la policía, pueden haber estado controlados por una banda criminal que transfirió fondos ilegalmente a otras cuentas, un esquema que comenzó hace una década. La mayoría de los funcionarios (de esos pequeños bancos) se han negado a garantizar que se devolverá el dinero y han sugerido que algunos de los depositantes estaban involucrados en fraude. Cuando el Sr. Sun y cientos de otros depositantes se reunieron este mes para una protesta en la provincia de Henan, donde la mayoría de los bancos rurales en cuestión estaban ubicados, fueron atacados físicamente por una por una multitud de hombres mientras los policías estaban presentes. Desde entonces, muchos manifestantes han denunciado haber sido hostigados por la policía.
“El gobierno toma el dinero de nuestros contribuyentes y luego nos golpea”, dijo Sun en una entrevista telefónica -a la cronista del NYT- antes de que las autoridades advirtieran a los depositantes que no hablaran con los medios.
“Mi visión del mundo ha sido destruida”, dijo Sun y dio título a la nota divulgada.
Dudas sobre el Capitalismo de Estado
Pero este problema podría ser más profundo y sistémico, tanto como para echar sombras sobre el modelo de “capitalismo de Estado”, como ahora algunos prefieren definir al modelo económico del comunismo chino.
Porque los argumentos que se esgrimen para explicar los movimientos de las finanzas, siempre puede volverse un relato sin fin.
Pero la realidad es que en China desde hace años reina un grave y extendido sistema de corrupción, así que el desarrollo de la crisis bancaria también podría explicarse por allí.
“Mantener la confianza pública en el Partido Comunista es especialmente crucial este año, cuando se espera que el líder de China, Xi Jinping, refuerce aún más su autoridad en una importante reunión política en el otoño. Pero ya está siendo puesto a prueba por la desaceleración económica, nacida en parte de la campaña draconiana del gobierno contra el coronavirus y una represión regulatoria en la industria inmobiliaria que alguna vez estuvo en auge. Este escándalo bancario ha expuesto más problemas sistémicos en el sistema financiero de China, incluida la posible corrupción y la débil supervisión regulatoria en los bancos rurales”, escribió Wang.
Pero también la crisis de la banca minorista local es fruto de un contagio contaminado por la crisis de la banca hipotecaria generada por las regulaciones estatales sobre el precio de las viviendas.
“Si ya no pueden confiar en ninguno de los bancos, y ya no confían en el mercado de la vivienda, ¿qué afectaría eso a la sensación de seguridad de las personas sobre sus medios de vida?”, señaló Zhiwu Chen, profesor de finanzas en la Universidad de Hong Kong. “El alcance de esta ansiedad compartida por las personas está aumentando muy rápido y eso no es bueno para la estabilidad social”.
Amén de que la ahorristas locales que quedaron dentro del “corralito” se indignaron, provocando movilizaciones populares, los reguladores gubernamentales prometieron la semana pasada devolver a los depositantes hasta 50.000 yuanes (US$ 7.500 dólares), y el resto quedaba para nueva fecha hasta nuevo aviso.
También anunciaron que no devolverían fondos que hubiesen obtenido dividendos por “canales adicionales” para obtener pagos de intereses más altos o a los sospechosos de tratar con “fondos ilegales”.
En China hay todo un tema con el reclutamiento de fondos en linea mediante en pago de préstamos a altísimos intereses.
Todo muy parecido al relato del 2002 y los depósitos en la banca de las Islas Caymán.